lunes, 18 de mayo de 2009

“Meditación de la técnica”, José Ortega y Gasset (ensayo 8 y 9)

Creo que este es un texto particularmente importante al hablar del tema de la técnica (desde qué se entiende por ésta hasta las implicaciones que tiene para el hombre). De hecho, muchos de sus planteamientos se mencionan en diferentes textos de otros autores.
La distinción que hace es esencial: la técnica no es algo que se fabrica para cubrir las necesidades del hombre (ya sean básicas o secundarias), sino las modificaciones que se realizan en la naturaleza para abolir las necesidades y así poder desarrollar un proyecto de vida con bienestar (porque el hombre no le importa simplemente el vivir, sino vivir bien).
Me gusta la forma en la que plantea las cosas. El ámbito de la cultura (y por lo tanto el de la técnica, etc) quedan irremediablemente dentro del contexto de necesidades superfluas. Sin embargo, el texto logra de alguna forma quitarle las connotaciones negativas a la palabra “superfluo” tras establecer que el simple estar vivo no es suficiente para el hombre (objetivo del cumplimiento de las necesidades básicas). Así, la conexión cultura-técnica es esa necesidad de satisfacer lo superfluo. La cultura, entonces, es superflua pero no por ello menos importante.
Otro aspecto interesante del texto es que en realidad no se asocia a la tecnología con el progreso más que en el caso de que ésta ayude al hombre a cumplir su idea particular de bienestar (lo que, evidentemente, cambia de cultura a cultura). Es decir, Ortega y Gasset deja mucho espacio para la diversidad cultural y aclara que la técnica siempre se transforma cuando se transforman las necesidades superfluas del ser humano. No se puede saber cuáles son las necesidades si previamente no está claro cuál es el concepto de bienestar que se tiene.
Finalmente, me pareció interesante la pregunta que plantea el autor: ¿será pues la vida humana un trabajo de ficción? Creo que esto en particular está vinculado de nuevo a la cultura como algo perteneciente al ámbito del deber ser y de los valores en el sentido de que el hombre es un proyecto, es lo que todavía no es y esto implica una serie de libertades increíbles en relación a cómo creamos nuestro propio proyecto (aunque a veces es difícil recordar que están estas posibilidades siempre abiertas). El hombre es, entonces, novelista de sí mismo.

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